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Espiritualidad - Sergey Nizhnikov

Características del conocimiento espiritual en diferentes culturas

Sergey Nizhnikov


En nuestros días, se escucha mucho acerca de la falta de espiritualidad a nivel social, pero también a nivel personal. Pero ¿qué es lo espiritual? Ante esta pregunta, pueden escucharse las respuestas más diversas: algunos ven lo espiritual sólo en términos religiosos o místicos, algunos lo asocian con toda el área de la cultura, o lo identifican con lo moral. Especialmente en nuestros días, lo moral está conectado a cualquier visión o idea mística, a habilidades extrasensoriales o parapsicológicas. La conciencia ordinaria sostiene un concepto de lo espiritual que está en el interés personal. Pero ¿en qué consiste su esencia? Es posible responder esta pregunta de un modo más o menos objetivo si se basa la respuesta en el análisis de un concepto de espiritualidad y la historia de su desarrollo, en la creación de una esfera espiritual como tal.

Por analogía, la definición del concepto de espiritualidad puede ser comparada con la definición del concepto de filosofía y su objeto. Nadie puede nunca dar una respuesta definitiva a esta cuestión ya que tanto la filosofía como sus objetos están constantemente en formación. La respuesta más completa puede ser sólo la historia misma de la filosofía que se desarrolla constantemente, así también el concepto de lo espiritual se irá describiendo y llenando de contenido en el transcurso de la investigación. El presente trabajo es una experiencia de despliegue del concepto de conocimiento espiritual en todas las direcciones, mediante la descripción de la problemática espiritual, tanto desde el punto de vista individual de la existencia humana, como desde el punto de vista socio-cultural e histórico. La experiencia del conocimiento espiritual, constituyente de la esencia humana, crea también la cultura. Lo espiritual penetra todas las esferas de las actividades humanas, sin espiritualidad una persona no existe en absoluto, pero puede haber varios niveles de espiritualización.

Esta experiencia es, al mismo tiempo, el núcleo formador, si recordamos las Confesiones de San Agustín, Rousseau y León Tolstoi, ellos no son sólo el  reflejo de la revolución en la cultura, sino también en muchos aspectos han servido como sus catalizadores. En la historia de la cultura de la espiritualidad de la humanidad, la experiencia de conocimiento es descripta como Revelación –un árbol de tres ramas: religión, filosofía y arte. Éstas están unidas por el fenómeno de lo espiritual que, sin embargo, se ha materializado en estas tres esferas de un modo específico, basada en las diferentes fuerzas intrínsecas de la persona, sus habilidades y potencialidades.

Estrictamente hablando, el fenómeno de lo espiritual no es un logro de la cultura, en el sentido que esta misma surge de las bases de actos espirituales. De la nada se tejen los hilos del ser, la cultura es creada de lo espiritual, se teje su trama. En la cultura, el movimiento de lo espiritual se objetiviza. Solamente la cultura es capaz de evitar la degradación de un ser humano a un estado bárbaro, y aún eso no está siempre en su poder. Un ser humano que experimenta su espiritualidad está siempre en oposición a las representaciones imperantes, sea un filósofo o un reformador religioso, un artista o un místico. La cultura vive de actos espirituales, sin los cuales la cultura sería incomprensible e inútil. Pero después de haber generado un conocimiento coherente y objetivado, la cultura puede tornarse hostil a cualquier aparición de creatividad realmente espiritual, que frecuentemente destruye tradiciones y perspectivas. Sin embargo, al mismo tiempo, también hay un camino de regreso –de lo espiritual objetivada en la cultura hacia lo espiritual como tal.

Nietzsche es el representante más claro de quien confronta una cultura que contiene valores espirituales alienados. El solo desafió en un combate cara a cara, con todo el poder de un rebelde, una cultura establecida largamente milenios, pero eventualmente su presión lo destruyó. Fiodor M. Dostoevsky mostró muy bien la animosidad de la cultura contra cualquier muestra de espiritualidad en su novela “Los hermanos Karamazov” (La Leyenda del Gran Inquisidor), donde una imagen religiosa objetivada se torna más importante que su presencia real. Lo espiritual es siempre desconocido, lo que demanda una total entrega, riesgo y lucha de un individuo.

Trataremos de aproximarnos directamente a la explicación del fenómeno espiritual. Ante todo, no es probable que alguien vaya a negar que lo espiritual esté conectado estrechamente con el sentido, y especialmente con lo que es la parte más importante para cualquier persona –el sentido de su propia vida. La pregunta se le ocurre a todos, independientemente que sea campesino o filósofo, pero no todos piensan directamente el asunto. Y sólo cuando una persona trata de hacerse a sí misma esta pregunta puede empezar a entender lo espiritual. Todo ser humano tiene una existencia, pero no siempre de un modo humano, y precisamente preguntando por el sentido de la vida purifica el sentido de su propia existencia. Toda la historia de la cultura de la humanidad está haciendo esta pregunta indefinidamente, purificación, revelación eterna de la existencia humana en el mundo. Sin embargo, un ser humano espiritual y moralmente poco avanzado puede ligar el sentido de la vida con el placer sensual, con la satisfacción de sus necesidades materiales, egoístas. Pero junto a la creciente concientización del ser humano de su ser, su inteligencia también crece, comienza la transición de necesidades materiales a espirituales, de la satisfacción de búsquedas egoístas a la creatividad para el beneficio de otra gente y de toda la humanidad.

En el más íntimo hacer espiritual donde el ser humano es extremadamente sincero consigo mismo, es capaz de tocar las profundidades de su propia existencia, de encontrarse consigo mismo, y a veces por primera vez, conocer y tomar conciencia de sí. Así es como se realiza el auto-conocimiento espiritual, ya que tal auto-reconocimiento es simultáneamente una transformación espiritual del ser humano. El conocimiento espiritual comienza cuando un ser humano roza sinceramente las profundidades de la existencia propia y por lo tanto de la existencia universal.

Lo espiritual como un proceso se presenta a sí misma en el despliegue de la naturaleza humana, que no es otra cosa que el auto-conocimiento. En el acto de auto-conocimiento un ser humano se da a sí mismo pero de un modo paradójico, ya que es una esencia especial que no sabe nada de su propia naturaleza. Por tanto, el primer precepto transmitido al hombre por Dios fue el precepto “conócete a ti mismo”. En la historia esto surge por primera vez como una inscripción en el templo de Apolo en Delfos, luego es repetido por Tales, y se convierte en el sentido de la vida para Sócrates, adquiriendo en la teoría platónica del conocimiento como reminiscencia como algo integral. El mismo requisito es proclamado en la religión, aunque en una forma específica; también se convierte en el tema básico del arte, especialmente en las tragedias de Esquilo en la antigua Grecia, en el Bhagavad-Gita hindú y aún en la Epopeya de Gilgamesh en la antigua Mesopotamia.

El fenómeno espiritual se realiza en un ser humano, y este proceso puede denominarse auto-conocimiento. Hegel caracterizó este proceso del siguiente modo: “conócete a ti mismo” –este precepto absoluto no tiene en sí mismo ni allí donde fue expresado históricamente el significado de un auto-conocimiento dirigido a ciertas habilidades, carácter, tendencias y debilidades de un individuo, sino el significado de conocimiento de aquello que es verdadero en el ser humano, verdadero en sí y para sí, del conocimiento de la esencia misma como espíritu. Por lo tanto, en la filosofía del espíritu el así llamado conocimiento humano tiene un valor pequeño, aspirando a ver en otra gente sus características, sus pasiones y debilidades –como son llamados los meandros del corazón humano. De un conocimiento, por un lado, que tiene sentido sólo si se le antepone el conocimiento de lo universal –del ser humano como tal, y al mismo tiempo, esencialmente, del espíritu; y por el otro lado, de un conocimiento de un tipo casual, no significativo, no verdadero, de existencia de lo espiritual, que no penetra hasta lo sustancial –hasta el espíritu mismo”.[1]

Resultante de lo que se ha dicho, el espíritu podría ser definido como la esencia de lo espiritual. Sin embargo, a diferencia de la filosofía de Hegel, que colocó a la base de su filosofía la idea absoluta y el espíritu como categoría metafísica, en el presente trabajo el objeto no será el espíritu sino lo espiritual como se refleja en la vida humana; no tanto sobre metafísica sino principalmente sobre la forma de la vida espiritual humana. Ciertamente, la metafísica es la quintaesencia del concepto de espiritualidad en las categorías filosóficas, pero en el presente estadio de la investigación la amplitud de la esfera de acción juega un rol más importante. Y desde este punto de vista es necesario no hacer metafísico el fenómeno espiritual sino estudiar cómo se presenta en la vida humana y sus productos espirituales: filosofía, religión y arte.

En la verdadera filosofía como actividad espiritual, en su contexto y por medio de ella, se realiza el auto-conocimiento. Incluso los primeros filósofos naturalistas estudiaron el universo para aprender sobre sí mismos. Heráclito, aún antes que Sócrates, de hecho, también estaba comprometido sólo en el auto-conocimiento, sentado en los escalones de un templo, jugando con los niños a los dados y reflexionando sobre la eternidad. Él “…como si hubiera estado haciendo algo majestuoso e importante, dijo ‘me busqué a mí mismo’ –y de los dichos délficos por el más divino considerado ‘conócete a ti mismo’, -que, como Sócrates sirvió como punto de partida para lanzar esta pregunta y su búsqueda…”. Esto escribió Plutarco sobre Heráclito.[2]

Sócrates pasa a un auto-conocimiento más directo, a él ya no le interesaban los subterfugios hacia sí mismo: “he descartado el estudio de la existencia”, dijo.[3] Siguiendo a Sócrates es posible decir que el conocimiento espiritual es “un arte que nos ayuda a cuidar de nosotros mismos”, esto es, está lanzado no a lo que nos pertenece sino a mejorarnos a nosotros mismos.[4] Como dijo Sócrates, el conocimiento espiritual está dirigido a la búsqueda de la esencia de la mismidad humana, que luego Platón define como idea, o eidos, de una persona.[5] La identificación de una idea con la esencia de lo espiritual ha resultado en que sea entendida como metafísica, supra-sensible, pero para evitar esto en el presente trabajo, el conocimiento espiritual es definido como el despliegue de la esencia de un ser humano.

En la filosofía oriental puede encontrarse una profunda concordancia. En la filosofía hindú antigua, el propósito espiritual comienza a determinarse por el concepto de moksha, esto es, “liberación” en la traducción del sánscrito, y Mokshadharma –como un camino, una ley de liberación y uno de los libros de Mahabharata simultáneamente. Mokshadharma, así como Upanishads, comprende el sistema conceptual básico y los principios, esto es, el arquetipo de la cultura hindú antigua. En la filosofía hindú el conocimiento espiritual y la esencia de una persona están definidos a través de la comprensión trascendente-inmanente del Brahman-Atman. Lo mismo se dice, por ejemplo, del libro taoísta “Guan In-Tzu”: “buscar la sabiduría fuera de sí es el colmo de la estupidez”, y el antiguo filósofo confuciano Meng-tzu dijo que “la doctrina tiene sólo un propósito –la búsqueda de la naturaleza humana perdida”.[6]

Las categorías metafísicas fundamentales de la filosofía y los símbolos religiosos fundamentales pueden ser considerados como concepciones de la esencia del ser humano. Por tanto, la categoría de ser es también un símbolo de la esencia del ser humano, porque para ella está llamado a trascender de su existencia, encontrándose a sí mismo, por tanto, a la luz de la existencia (Heidegger). Una persona está en un eterno viaje de encontrarse a sí mismo, y para este fin es necesario conocer todo el universo tanto el ancho de los cielos como la profundidad de su propia psique, cuyo logos es infinito en su auto-desarrollo (Heráclito). Y para este propósito necesita lo transcendente y lo inmanente, la existencia y la esencia, y aquellos conceptos como átomo (Demócrito), idea (Platón), “motor inmóvil” (Aristóteles), la suprema unidad (El Uno neoplatónico, Vedanta, V. Solovyev), etc. Éstos son, entre otras cosas, símbolos de la esencia del ser humano, puntos de apoyo para el pensamiento y la auto-creación. En el conocimiento espiritual el ser humano encuentra el camino a su esencia.

Un ser humano puede ser un esclavo no sólo por circunstancias empíricas, sino también por ideas que se le imponen por cultura o ideología. Por tanto buscar en las formas de lo espiritual, el análisis del concepto mismo lleva a la liberación de la conciencia de las ilusiones. El análisis filosófico mismo del conocimiento espiritual es un camino a la libertad, un proceso de auto-purificación y auto-liberación. En este sentido, la filosofía, por ejemplo, es una ciencia esotérica, accesible a todos pero no aprehensible por todos.

Un fenómeno espiritual también puede definirse a través del concepto de transformación, ya que el auto-conocimiento es al mismo tiempo auto-transformación. Lo espiritual se realiza entonces cuando un ser es transformado en Ser Humano. Además, este proceso puede adquirir sus propios términos simbólicos, dependiendo del material con el que se lleve a cabo: religioso, filosófico u otros materiales creativos. Pero en su esencia el acto espiritual es sólo espiritual, y entonces es objetivado en ciertas áreas y disciplinas. Cuando se hace una pregunta sobre espiritualidad, nos encontramos a nosotros mismos inevitablemente en el seno de tradiciones culturales milenarias. Para el conocimiento espiritual, una persona necesita algunos apoyos que puedan permitirle liberarse de sí mismo. Aquí inevitablemente entramos en las tres esferas mencionadas, cada una de las cuales tiene un lenguaje a través del cual y por medio del cual se logra el conocimiento espiritual, y su resultado es establecido en el mismo lenguaje en el que se lleva a cabo. Algunos métodos de conocimiento espiritual son desarrollados según sean apropiados a la esfera específica de su realización: filosofar está en la base del pensamiento, la creencia religiosa en la base de la habilidad de una persona para sentir emociones supremas. Según el joven K. Marx, “la originalidad de cada fuerza intrínseca”[7] de una persona crea “el original camino de su objetivación”. La revelación del proceso unido del conocimiento espiritual se desintegra y muestra resultados en diversas áreas, y a través de estos canales permite a una persona crearse a sí misma. El fenómeno de lo espiritual no puede ser separado de sus manifestaciones como la existencia de lo esencial, pero tampoco puede ser reducido a ellas. Lo espiritual se muestra a sí misma sólo en  imagen, sólo entonces puede ser vista como persona, pero cualquier imagen oculta lo espiritual como tal: “Jesús ha dicho: ‘Se aparecieron imágenes a la persona, y la luz en ellas está latente. En una imagen de luz del padre su luz se abrirá, y su imagen es seguida por la luz”.[8] Identificando las imágenes de lo espiritual con esto mismo, el ser humano limita y por tanto deforma su propia esencia, cayendo en un estrecho dogmatismo y fanatismo. Sin embargo, viviendo en el mundo de la alienación, es compelido a moverse por vía del ensayo y error también en el mundo de lo espiritual.

Decimos que lo espiritual es, pero nada de entre lo existente. Cada ser humano dirige su camino, el camino que le corresponde hacia el cual es llamado por su esencia. Cada persona elige el modo apropiado que apele a sí y a su esencia. El concepto de espiritualidad, en este caso, es considerado no como una categoría opuesta a lo material, ni como cierto absoluto que quita de sí la materia y el espíritu, sino como el más alto nivel de reflexión y toma de conciencia del ser humano de su situación en el mundo, su existencia y su esencia. Y así como el conocimiento espiritual tiene que ver no con las capacidades de la persona, ni con lo que posee, sino a lo que es en esencia, la verdad espiritual es él mismo en el más alto nivel de toma de conciencia de su existencia cuando la esencia de una persona se desarrolla completamente, resultando en la manifestación del arquetipo espiritual de la humanidad. Precisamente por esto Cristo decía “yo soy el camino”, y al-Hallaj, “yo soy la verdad”.

Lo espiritual se desprende de la situación del ser humano en el mundo, que se  caracteriza por conceptos tales como libertad, voluntad, conciencia, especulación, etc. De la concreción del conocimiento espiritual, de su consideración provienen conceptos como existencia y trascendencia, que caracterizan esencialmente el fenómeno de lo espiritual.

Lo espiritual es el producto más alto de la vida como tal, que lleva a la  autoconciencia y la crecimiento conciente del ser humano. La búsqueda el significado de la vida conduce a la necesidad del auto-conocimiento de la esencia de la existencia. El conocimiento espiritual es un camino vertical, mientras que todos los otros tipos de conocimiento se extienden en el plano horizontal. Este conocimiento vertica del sentido de la vida no es más que auto-autoconocimiento, como resultado del cual la esencia de una persona se desarrolla y crea, en tanto arquetipo espiritual de la humanidad.

El auto-conocimiento como conocimiento del sujeto cognoscente es una especulación sobre su esencia, como resultado de la cual se hace cada vez más evidente lo que, a su vez, se caracteriza por la humanización del ser humano, que resulta en su humanización. Tal conocimiento es el tipo más alto de creatividad –la auto-creación. Idealmente puede considerarse que quien ha desplegado su esencia, humanizado sí mismo y develado en sí mismo el arquetipo espiritual de la humanidad, como alguien que ha alguien que ha alcanzado la perfección espiritual.

Lo espiritual tal como es, es único en su concepto, pero en la historia se ha realiza por diferentes caminos. Es la transformación del ser humano en una criatura espiritual lo que es imposible sin “puntos de apoyo”, símbolos de religión y categorías metafísicas de filosofía, operando sobre los cuales la conciencia es capaz de purificarse a sí misma. Lo espiritual penetra toda la actividad de la vida humana y sin ésta no hay ser humano, pero en otras esferas su actividad está presentada sólo indirectamente. Sin embargo, lo espiritual puede llegar a su auto-conciencia, si se interroga no sobre otra cosa sino sobre sí mismo, sobre lo espiritual como revelación primera, como contemplación en la que es llevada hasta la armonía máxima resulta en la suprema armonía y perfección todas las fuerzas esenciales del ser humano cuando su esencia se realiza completamente en la existencia, la historia y la cultura.

[1] Hegel, G.W.F., Encyclopedia of philosophy science, en tres volúmenes, T. V. 3. M., 1977. P. 6.
[2] Resumen de los primeros filósofos griegos, P.I.M., 1989. P. 194.
[3] Platón Composiciones. En tres volúmenes V.I.M., 1970. P. 70.
[4] Idem, p. 49.
[5] Platón. Recopilación de composiciones. En cuatro volúmenes V.I.M., 1990. P. 256, 733.
[6] Antología de Filosofía Mundial. En cuatro volúmenes V.I.h.2.M., 1969. P.210
[7] K. Marx, F. Engels, Early Works, M. 1956. P 593.
[8] Ver Gospel de Forma.

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