Medio Ambiente - Alessandro Ronca
La experiencia del PER
Alessandro Ronca
El sistema monetario mundial y la lógica de la ganancia impulsan a los seres humanos a concentrarse en las ciudades, donde, con dinero, se adquiere todo lo que se necesita.
En realidad, la ciudad no produce ninguno de todos esos bienes primarios que se presumen necesarios para la supervivencia de sus habitantes: el alimento, el agua potable, las distintas formas de energía, son siempre “importados” en la ciudad; los deshechos producidos, en cambio, son “exportados” precisamente a los lugares de donde provienen el alimento y el agua, o lo más lejano posible... ¡como si al no sentir su olor se eliminaran también sus implicaciones negativas!
Según los estudios realizados por la Universidad de Carolina del Norte y por la de Georgia, el 23 de mayo de 2007, por primera vez en la historia de la humanidad la población que vive en las ciudades ha superado a la instalada en las zonas rurales. Y se prevé que para el 2030, el 60% de la población mundial se habrá trasladado a los conglomerados urbanos. El fenómeno no es solo un hecho de “color”, porque dado que las ciudades y las áreas rurales están estrechamente conectadas, debe seguirse el tema correctamente en el futuro próximo.
Las ciudades elaboran y transforman los productos provenientes de las áreas rurales y útiles tanto a los habitantes urbanos como a los rurales.
Si, en una hipótesis absurda, las ciudades y las zonas rurales decidieran cada una auto sostenerse, pocos podrían apostar por la supervivencia de las primeras.
La ciudad, hoy en día, es todavía concebida con criterios y cánones antiguos, los mismos de hace cientos de años y que no tienen presente adecuadamente el aumento vertiginoso de la industrialización, del consumismo, del tránsito, de la contaminación, de la criminalidad: factores todos que tornan al conglomerado urbano inhabitable, como un círculo del infierno de Dante.
La palabra italiana città (“ciudad”) deriva del latín civitas,-is, mismo grupo etimológico de civilitas, -is, del sustantivo civis, -is, y del adjetivo civilis, -e, este último indicador de todo lo relacionado al ciudadano y sus diversas actividades en la organización de la ciudad estructurada socio-económicamente: exactamente sobre la base de este significado se ha sucesivamente estratificado el actual sentido atribuido al adjetivo civil, que se ha ido cargando a lo largo del tiempo de un fuerte valor –moral y de crítica al comportamiento.
Personalmente considero que de civil ha quedado muy poco.
El modelo de ciudad ha funcionado muy bien mientras la instalación era motivada por un aprovechamiento de los terrenos circundantes; mientras el río que lo atravesaba estaba limpio; mientras había un óptimo sistema de comunicación desde y hacia la ciudad que junto con las distintas profesiones favorecían el desarrollo; mientras la agregación favorecía la defensa.
Actualmente, la violencia, furia, brutalidad, avidez, egoísmo, criminalidad, agresividad y depresión, parecen amplificarse en la vida de la ciudad. El terror frente a quien podemos llegar a encontrarnos, las habitaciones blindadas, las horas “vividas” en el tránsito dentro de una aparentemente confortable caja de metal, las patologías de la ciudad (obesidad, enfermedades respiratorias por el esmog, polvos sutiles y ozono) parecen los actores principales de una película de terror.
Nosotros pensamos que es necesario “re-ruralizar” y, afortunadamente, también parece pensarlo una buena parte de la población italiana, que ha invertido esta tendencia internacional, ¡aunque este sea un fenómeno bastante extraño! Se desea vivir fuera de la ciudad pero, al mismo tiempo, no se puede escapar del estar bien conectado con el gran centro. No es por lo tanto una verdadera huída hacia el campo, sino hacia centros menores que cuentan con conexiones eficaces con la gran ciudad.
Como estudioso de energías renovables y sistemas sostenibles, junto con otros profesionales y amigos, he buscado, y estoy buscando, una o más soluciones alternativas a esta deriva “técnico-social”. Generar el deseo y el gusto de cambiar: son estos dos de los objetivos que el PeR, el Parque de Energía Renovable (Parco dell’Energia Rinnovabile), quiere sugerirle a las personas que lo visiten. Proyectado y realizado, al día de hoy, con autofinanciamiento, el PeR es un centro didáctico, turístico, divulgativo, en el cual se experimenta un modelo sostenible de gestión de los recursos del planeta, manteniendo un nivel de calidad de vida alto.
Así nació el PER
Cuando se llega por primera vez, se puede pensar fácilmente en las tecnologías energéticas más recientes, pero todo comienza de la más antigua de las tecnologías humanas para producir calorías: la agricultura.
La historia del PER nace de un abandono
Ha sido precisamente la idea de agricultura cuantitativa y en serie la que ha despoblado los campos de la zona: tras haber sido usados y aprovechados por milenios, en los años sesenta ha aparecido la “nueva hambre”, que ha ocasionado mayor mal que la escasez, pestilencias y guerra: el campesino, para vivir, debía vender “el peso” de los productos, no su calidad. Sin embargo, allí no había agua suficiente para “bombear” las hortalizas junto con la agricultura industrial.
Así, también los campesinos de esas tierras, como los de casi todo el mundo, han debido ir a la ciudad a aprender otros oficios, y comprar las verduras, insípidas y químicas, cultivadas por otros.
Los campos han sido reconquistados por los espinos y el caserío se convirtió en ruinas.
El primer paso
El primer paso para invertir el rumbo ha sido adquirir esas ruinas y comenzar la reconstrucción: era el 1999. Hemos comenzado así esta maravillosa (y dura) aventura.
Antes de contar nuestras soluciones, déjennos aclarar un concepto: lo que ha sido realizado es nuestra idea de sistema ecológico, que es una de las muchas posibles. Cada lugar, cada clima, cada proyectista, cada contexto paisajístico, cada destino de uso, la presencia o ausencia en el sitio de piedras y maderas en el kilómetro cero, cada década distinta de historia de las tecnologías no contaminantes, tiene sus prioridades. De ello deriva una suerte de estilo de la eficiencia energética.
Los visitantes son bienvenidos en nuestro estilo, explicamos todo pero sin la presunción de enseñar nada, solo de testimoniar. La única aserción absoluta que sentirán de nuestra parte es la siguiente: ¡No imiten a nadie y tomen inspiraciones de todos! ¡Busquen ustedes mismos su estilo!
Nuestros cuatro “cómo”.
1. La eficiencia energética
Hemos partido del concepto más obvio, sin embargo usualmente subvalorado: que un edificio ecológico debe evitar el desperdicio de energía.
2. La distribución energética
Otro concepto base es la distribución integrada de la energía. Todo el caserío es calefaccionado con el sistema de losa radiante, la luz diurna pasa en las habitaciones oscuras a través de un sistema tubular de lentes y espejos.
En invierno el aire caliente proviene de un pequeño pero muy eficiente (y muy económico) sistema solar a aire, en verano se refresca el lugar gratis con las sondas geotérmicas que se encuentran bajo los cimientos y en algunos ambientes más expuestos al sur, el aire fresco llega con circulación natural de una toma que lo capta en el bosque orientado al norte.
3. El agua.
El tercer concepto guía es siempre importante, pero aun más en un lugar como este con largos períodos de clima cálido y por ende, de sequía: es el uso óptimo del agua. Todo vive gracias al agua de lluvia. Las aguas grises se recuperan para su reutilización en las cloacas y, luego de la fitodepuración para regar el jardín.
4. Autonomía energética compartida
Solo debajo de estos tres conceptos nosotros ubicamos el cuarto, que muchos consideran en el primer puesto: la producción energética.
Colectores solares sobre el techo y en tierra para la producción de agua caliente sanitaria, e integración de la calefacción y módulos fotovoltaicos de película sutil para la producción de energía eléctrica, se integran con la estructura del antiguo caserío. En la torre se inserta directamente en la pared de piedra el módulo para la producción de aire caliente directo. Turbinas microeólicas, generadores a base de aceite vegetal, calderas de biomasa.
Un sistema energético “integrado” en el que todos los elementos se utilizan por sus peculiaridades “físicas” y en relación a sus usos afines, no por estar financiados por esta o aquella ley.
Estas son las principales soluciones técnicas con las que estamos desarrollando nuestro proyecto, que de todas maneras no se quiere limitar a acciones materiales. Lo que estamos estudiantes es encontrar también soluciones motivadoras que impulsen a las personas a perseguir una “sociabilidad difundida” y una transformación de las conciencias. Pensamos que es inevitable mantener el individualismo ínsito en cada uno de nosotros. Estimular a las personas a no aceptar las cosas así como son, sino profundizarlas, examinarlas, adentrarse en ellas con la curiosidad de comprender por qué ciertas cosas suceden a nuestro alrededor, y como decía Krishnamurti “comprenderlo es cambiarlo”. Es posible compartir, intercambiar experiencias, participar en debates, adquirir colectivamente, compartir “inteligencias” y servicios, aun viviendo “aislados”. Una red física y virtual a través de la cual conocer y comprender a quien vive cerca de nosotros, y que aporte combustible para “vivir” intensamente la vida. La autosuficiencia reduce la dependencia del dinero y por lo tanto reduce el tiempo de trabajo a favor de la familia, de los amigos, del conocimiento interior, de las artes y por qué no, del reposo. Más allá de todo no podemos olvidar que la industrialización y la tecnología han aumentado la productividad y por lo tanto, las ganancias en al menos 100 veces, por lo que el trabajo humano debería haberse reducido al menos 10 veces; pero el horario de trabajo continuó sin variaciones. Esta es una condición inaceptable que debe impulsar a las personas a un distanciamiento radical de la sed del beneficio económico. Responsable de la erosión “controlada” de los recursos, en perjuicio de los maravillosos equilibrios de la naturaleza que, a largo plazo, trae aparejada infelicidad, sacrificios y lutos.