Cultura - Emma Viviani
De la marginación a la autoproyección
de Emma A. Viviani
El presente trabajo se articula en tres ejes principales:
1 – El tema será tratado a través de una visión que concibe a los lugares de marginación como productores de “desorden” en el tejido urbano, pero también como capaces de aportar cambios y nuevos significados a la ciudad. Estos lugares se constituyen en no-lugares; en su “desorden” se oponen a las formas convencionales de la ciudad existente. Una lectura atenta a los fenómenos de la “disensión” puede ayudar a interpretar las distintas culturas y los modos de vida, y a través de procesos de conocimiento del territorio, se puede lograr una adecuada interpretación del fenómeno.
2 - El significado de los espacios y de las relaciones informales, no reconocidos institucionalmente, pero que actúan en el tejido urbano, generan una micro-revolución, en tanto usualmente se enfrentan con una gestión funcional del espacio urbano.
3 - Una pequeña colectividad se puede apropiar legal o ilegalmente de espacios descuidados y degradados, generando la recalificación de un área de la ciudad, creando cultura y favoreciendo las líneas democráticas de participación. Estos procesos deben observarse en el marco de las políticas locales con una lógica de gobernabilidad y de ciudadanía activa. Tales fenómenos urbanos requieren de una lectura adecuada para poder construir formas de autogobierno y desarrollar una conciencia del lugar a partir de una autoproyección de los espacios, una decodificación y reconstrucción de los saberes.
1. El desorden de las periferias como proceso creativo
El mundo suburbano de las ciudades europeas se caracteriza por claras divisiones. Precisamente, existen las periferias para las clases trabajadoras, concentradas en barrios populares de propiedad estatal, construidos con la óptica asistencialista del Estado de Bienestar. En muchas realidades urbanas fueron creados verdaderos “barrios-guetos” para los inmigrantes de minorías étnicas: un caso típico es “la Courneuve” en París. O se han formado verdaderos guetos étnicos reservados a los inmigrantes del Magreb (sobre todo a los trabajadores de origen árabe y a sus familias). Casos típicos son los barrios londinenses de “Tower Hamlets o Hackney” o el parisino “La Gotte d’Or”.
Las prácticas sociales espontáneas, alternativas, aun al interior de los barrios periféricos, sirven de puente entre una realidad social “insostenible” (así percibida) y un futuro posible, el cual se presenta a través de una tensión de proyección escondida (“una vida decente aún no alcanzada”), y tal tensión constituye un proceso micro-revolucionario.
La importancia que deriva de ello es la de saber interpretar el fenómeno y generar una readaptación de las formas de la existencia a una nueva construcción social, tendida hacia la liberación de la opresión económica, social, cultural, hacia el rescate de vidas limitadas a la marginación. Crear formas de cohesión social y participación.
“El orden y el desorden” en el contexto urbano son conceptos de nuestro imaginario, que producen construcciones urbanas diferentes pero representativas de la realidad en la que buscamos un orden predeterminado.
Una realidad que se presenta siempre bajo nuevos aspectos, dando origen a problemas impensados o a soluciones inesperadas. Los espacios, aun desordenados, en realidad contienen un proceso creativo, que funda sus raíces en la búsqueda de un orden distinto en tanto nuevo, complejo, vital, y es esa búsqueda la que dará el impulso para modificar la antigua forma-urbana.
Algunos estudiosos se han centrado en la consideración de los espacios urbanos degradados como generadores de micro-criminalidad, como fenómeno antecedente de la “grande” criminalidad organizada.
Intervenir en el espacio donde anida la micro-criminalidad implica evitar la degradación del lugar y la falta de respeto de las reglas. El fenómeno denominado “Broken Windows” (ventanas rotas) de George Kelling, evidencia cómo un barrio puede degenerar en el desorden y la criminalidad si nadie se ocupa de mantenerlo en orden. Los lugares indeseados y reconocidos por la administración funcional pueden convertirse en áreas urbanas de supervivencia y constituir, siguiendo la definición del arquitecto-antropólogo Marc Augè, los no lugares de la ciudad, que si no se cuidan, pueden degenerar en áreas de peligrosidad social.
2. Los espacios urbanos de la supervivencia: los no-lugares
Las dimensiones territoriales de los no-lugares se pueden encontrar en rincones de las ciudades, plazas, basureros, partes escondidas de la periferia. Todas estas son zonas “de frontera”, pero de todas maneras siempre representativas de espacios de la ciudad, donde se encuentran hombres que manifiestan exigencias de vida y supervivencia. La búsqueda de un lugar donde vivir genera el surgimiento de construcciones originales, que nacen de materiales desechables (chapas, tablas, cartones) o elementos naturales ya presentes en el lugar: cañas, arcilla, barro.
Los “slums” generalmente son tugurios de cañas, tierra, madera y yeso; los asentamientos de Venezuela, Colombia y de toda la cadena andina, que “surgen por arte de magia a la mañana” tras una noche enérgica de trabajo, están construidos con chapas viejas, tablas recuperadas, palos de madera; las “baracche” (chozas) que también surgen en las zonas periféricas de las ciudades italianas, hechas de material de construcción y remendadas con materiales simples. Estos son algunos ejemplos de lugares donde el espacio ha sido plasmado “espontánea” e informalmente por el hombre para sus necesidades existenciales, de supervivencia, ignorando las reglas institucionales.
Usualmente el ambiente urbano se convierte en “el lugar de la diversidad”, en tanto allí se activan modalidades innovadoras y creativas de utilización o re-utilización del espacio disponible. Se crean formas de vida que siguen caminos espontáneos que no tienen en cuenta canales formales, de reglas y de proyectos institucionales. Por el contrario, son dictadas por la “reivindicación de la alteridad”, como otra forma de expresión de vida.
Sin embargo, aun en estas condiciones extremas, se da origen a formas de supervivencia que contienen esperanza, ideales y, a veces, inclusive belleza.
3. Experiencia de recalificación urbana: La autoproyección del Parque El Fénix en Viareggio
El proyecto de realización de una pagoda –lugar de encuentro en el parque “El Fénix”- ha sido presentado el día 28 de septiembre de 2007 en el salón del Consejo del Municipio de Viareggio, a través de la publicación del libro “Il parco social La Fenice a Viareggio” (“El parque social El Fénix en Viareggio”), editado por la Fundación Michelucci.
El volumen contiene un extenso trabajo que se desarrolla en el territorio, en la consideración de una autoproyección de espacios degradados: los espacios de un área verde abandonada del barrio Varignano de Viareggio (área periférica urbana), recalificada por un grupo de ex-detenidos y tóxico-dependientes, quienes han concentrado sus energías en servicios útiles para la ciudadanía, entre los que se encuentran, recalificar el área.
El proyecto de recalificación del “Parque El Fénix”, ahora denominado “Parco della Rotaia” (“Parque del raíl”) nace de un compromiso de tipo social compartido por la Circunscripción del Barrio de Varignano y la Asociación Ave Fénix.
La Asociación Ave Fénix es un grupo de agregación cultural: compuesto por sujetos de diversa proveniencia, personas con problemáticas vinculadas a la cárcel y a la inmigración, en primer lugar, y voluntarios privados que aceptan trabajar por finalidades sociales en un proyecto de recuperación social y de servicio al Barrio y a la Ciudad (www.arabafeniceonlus.it).
La metodología recuerda las líneas de la arquitectura michelucciana –a un trabajo sociológico y arquitectónico, sistémico-relacional y en parte constituido a través de redes de autoayuda y reciprocidad- en la que el protagonismo de los actores se manifiesta en encontrar soluciones originales para embellecer el área verde y tornarla utilizable para la ciudadanía.
La recalificación de los espacios degradados se revela como una actividad terapéutica, que permite iniciar un proceso de recuperación de la persona en necesidad –la recalificación de la propia vida parece ir a la par con la del área verde-. En otras palabras, embellecer el área es embellecerse a uno mismo y permite encontrar el impulso para avanzar, con la conciencia de valer como persona, de tener una identidad propia y dignidad, de soñar cosas bellas para uno mismo y para los otros. Nace así, de posiciones participadas y compartidas, la idea de un jardín para todos y la creación de un lugar donde las personas se puedan encontrar en libertad.
El lugar de encuentro ha sido pensado como una “pagoda”, que en la circularidad de sus líneas representa un espacio donde las personas puedan estar juntas en armonía, reponiendo el círculo, símbolo de unión y del compartir. El proyecto de recalificación se funda en una actitud receptiva de todos los ciudadanos, que deberán encontrar en el Parque un laboratorio social, para encuentros libres, para jugar, para el reposo y la vida en la naturaleza; pero también para debates y encuentros culturales, para fiestas en común, para seminarios, para el cuidado cotidiano del Parque.
De tal planteo y actitud de compromiso en común, nacerá también la seguridad del Parque, como fruto de una intensa red de relaciones –la cual ya implica una terapia de recuperación- y una presencia activa y constante, para desarrollar el sentido de pertenencia no solo a un lugar, sino también a un proyecto común, social y cultural.
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